Entre la filosofía y la política...
Que la filosofía ha implicado siempre la política, hoy no supone dudas para una posición medianamente crítica, sin embargo, los filósofos fueron y son percibidos como fuera de ese campo.
Muchos de ellos se ocuparon de realzar un lugar neutro. Algunos por necesidad de su preservación, como es el caso de Spinoza. Su lema personal que decía: "Con cautela, tiene espinas" y, consecuente con ello intentó ser cauteloso de muchas maneras, sin embargo, no pudo sustraerse a la excomunión del templo judío ni a otros actos represivos, porque el sentido subversivo de su pensamiento para los sectores religiosos y políticos conservadores era demasiado irritante.
Otros no tuvieron esa cautela porque se desenvolvían más cerca de los centros de poder. Que Platón y Aristóteles escribieron sobre política está claro, pero las referencias dominantes han operado a una especie de transferencia constante de sus ideas al campo de la metafísica, remitiendo todo al orden del ser uno, absoluto, inmóvil, eterno, fuera del tiempo. Idea necesaria para legitimar las instituciones del poder político en occidente. Por ello ha sido funcional en tanto la mayoría de los discursos que tienen referencia al poder, acuden a ellos para respaldar sus afirmaciones y acciones políticas.
Acuden a ellos directamente, a través o junto al discurso religioso. Así, la Biblia, el Corán y Platón se hermanan al mismo fin. O tal vez debería decir, las palabras de los teólogos respectivos, quienes muchas veces han seguido y otras han traicionado los textos originales en función de la pertenencia de los mismos a determinados grupos de poder (1)
Plantearlo de esta manera puede hacer pensar que hablamos de la posición de las diferentes expresiones de la derecha, con su supuesta posición idealista implicada. ¿Pero qué ha pasado con el pensamiento y la acción de las izquierdas? Tal vez ha habido una relación ambigua entre las concepciones materialistas y la idea de lo uno, pero no existen dudas que llevado al plano de la acción, de las estrategias y las instituciones erigidas, esa relación fue siempre sólida y lo Uno se restauró en la concepción de la vanguardia, del partido, de la dictadura, del verticalismo siempre exacerbado y represivo, hacia adentro y hacia fuera de las organizaciones.
Que la sabiduría se sitúe en Dios, en su representante, Papa o rey por derecho divino, presidente con fueros e investiduras sagradas o vanguardia iluminada, no hace diferencia en situar a la plebe, la masa o el pueblo inculto en el lugar del irremediable no saber y del no poder sin la luz y las decisiones que vienen de esas instancias siempre trascendentes.
Orden o caos. Era y es la alternativa que plantean derechas e izquierdas tradicionales. Pero no cualquier orden, sino ese en el que siempre se implica lo vertical del mando y lo piramidal de las estructuras.
La sociedad tiene que organizarse y la única organización que se piensa es esa vertical-piramidal de las instituciones políticas y de todo otro orden. Conclusión fatal entonces que hace surgir la idea de que ese tipo de organización es "lo natural". (2)
Supuestas realidades históricas lo avalan. Realidades que operaron por un doble ocultamiento. Por un lado, que sus bases son míticas. Mitos y ficciones fundantes que se convirtieron en naturaleza única y absoluta. Por otro, el borramiento de la memoria de experiencias sociales que desde hace milenios han demostrado que la vida puede ser diferente. Y en muchas de ellas, que la productividad, aún en lo económico, puede ser superior a las del capitalismo, razón por la que fueron destruidas a sangre y fuego. (3)
Proyectos. Por ello, en el discurso de las derechas y de las izquierdas tradicionales, siempre aparece la descalificación: esas ideas de un mundo diferente no presentan proyectos alternativos respecto a qué mecanismos de deliberación y decisión podrían erigirse para eliminar la necesidad de la representación y por otro lado, qué otras formas de organización social y de la producción podrían plantearse. Ello no es totalmente cierto, pero tiene visos de sostén, según se lo mire.
Aparece aquí, en el ámbito de la política, la cuestión del pensamiento como anticipación implicada en la filosofía desde Platón, su expresión moderna, Hegel y sus variantes actuales. Y no se trata de eso. Los proyectos clásicos y los que aún se sostienen no anticipan nada, sino que reproducen con variantes otros anteriores, y en los cuales los cambios siempre han cuidado que lo esencial siga siendo lo mismo.
A veces las variantes son fuertes y pueden aún tener su lado revolucionario, aunque siempre coartado en algún punto. El grito de libertad, igualdad, fraternidad, por caso, terminó con el anciano régimen en lo político. Del rey se pasó a la democracia y a su presidencia con un régimen más o menos parlamentario. De lo vitalicio de la nobleza se pasó a los intercambios de figuras que debían y deben asegurar la continuidad del espíritu del régimen. Es así que el espíritu del anciano régimen, en un aspecto esencial, siguió incólume y el pensamiento filosófico-teológico implicado no se ha modificado esencialmente.
Su expresión más clara fue que esa revolución no tocó el principio de la propiedad privada, donde no hubo ni hay libertad, ni igualdad, ni fraternidad.
Tampoco revolucionó las cuestiones de género. Aún cuando las estampas de la época muestran a mujeres con sus gorros frigios y sus pistoleras, como si hubiesen ganado un lugar de igualdad, en el desarrollo de los hechos que siguieron, ese lugar fue borrado. Es paradigmático el caso de Olimpia de Gouges, una joven hija de un militante político, quien pidió que los derechos del ciudadano fuesen aplicados a la mujer y la respuesta del gobierno revolucionario fue mandarla a la guillotina. Acción represiva que fue acompañada por propuestas claramente opuestas a las igualdades de género presentadas por diputados revolucionarios, una de las cuales planteaba que las mujeres no debían ir a la escuela porque su lugar era la casa.
Así, el capitalismo se constituyó y se articuló, como variante igualmente despótica, de los regímenes anteriores, aunque oculta tras la fachada de la democracia política. Situación que pudo ocultarse parcialmente en el período de la formación de los estados y de su fortalecimiento, pero que fue descubriendo su rostro macabro con este tiempo en el que las potencias económicas han adquirido sobre esos estados un dominio totalmente evidente.
La redespotización al interior de las instituciones es también una muestra de ello. Proceso evidente en el plano de las empresas, donde la caída de derechos adquiridos por los trabajadores en períodos de lucha anteriores, incrementó el poder discrecional de los empresarios. Pero también se muestra en otras instituciones, particularmente la educativas, donde el poder de los directivos se ha incrementado, sobre todo a partir de la sobredimensión que se le ha estado asignando el problema caracterizado como "violencia".
La caída de algunas máscaras en los tiempos próximos, con la pobreza y la exclusión, con su expresión más terrible en muertes por hambre o por enfermedades curables entre otros males, muestra el rostro del fracaso respecto de los dichos de los discursos que intentan sostenerlo. El rostro crudo y grotesco es el de la ganancia, apátrida y perversa, para el cual las personas no valen y ni siquiera existen cuando salen de la posición de consumidores o de alguna otra forma de ser explotado útil. Siendo este proceso, ni más ni menos que la continuidad de aquel que permitía hacer lo que se quisiera con aquellos a quienes se les negaba la posesión de un alma. Capítulo en el que aparece el triste papel de la Iglesia Católica, en algún punto dando fundamento a explotaciones y genocidios muy crudos, hasta los más sutiles aunque no menos siniestros manejos que se observan hoy en día. Aunque no puedan dejarse de lado posiciones similares en iglesias protestantes, cuyo caso paradigmático lo constituye el calvinismo.(4)
Ideología y fascismo. Lo anterior permite pensar el malentendido ya perdurable en el discurso político, de situar el fascismo en la ideología de grupos nacionalistas de derecha y de diversa especie y no que el fascismo es del orden de la micropolítica en primer lugar y que por otro lado se halla presente como cara oculta del discurso actual del neoliberalismo o de la "libertad y la democracia", según el modelo engañoso que el imperio quiere imponer.
Hoy, ese ocultamiento ya no es efectivo porque los mecanismos de disciplinamiento y de control al interior de las sociedades ya no son suficientes y, correlativo a la globalización económica, el imperio en ciernes tiene que recurrir a la guerra para reafirmar su poder en territorios resistentes. Guerra que ya no puede sostenerse sobre bases coherentes con los discursos tradicionales, sino que está necesitando una regresión al contubernio entre el discurso político y el religioso, trátese de la grotesca "justicia infinita" u otros postulados del poder imperial. (5) Al referirme a la guerra no me remito sólo a Afganistán o Irak, sino a la gran cantidad de conflictos menos conocidos que en los años anteriores ya habían llegado a aproximadamente 2000.
Volviendo a la posibilidad de formulación de algún proyecto, planteado así, quedamos atrapados en esa historia de malentendidos no inocentes. Por ello debemos situarnos de otra manera. Tal vez no seguir pensando en el programa o en el proyecto revolucionario o en el futuro de la revolución, sino en primer lugar, en el devenir revolucionario de la gente, de la multitud, tema que tal vez se aclare un poco cuando tratemos el tema de las catexias de interés y de deseo.
No digo que no se deban pensar proyectos, porque en el fuero íntimo de la mayoría de quienes se hallan en la resistencia e intentan avanzar en innovaciones a partir de sus condiciones existenciales, ello se halla presente. Y por otro lado es necesario avanzar en lo que se pueda. Sino que el problema de pensar estrategias, salvo como pensamiento provisorio puede no ser conducente, porque estamos inmersos en momentos de inflexión procesual en el cual los acontecimientos, en tanto expresiones del devenir de lo nuevo, como co-funcionamiento entre componente heterogéneos, desborda a las posibilidades que tiene el pensamiento político, sobre todo académico o de ciertos politicólogos. (6)
Son momentos de expresión desde la profundidad existencial de innumerables sujetos, de singularidades, de la multitud. Expresión que se anticipa a la posibilidad de su organización en formaciones determinadas e incluso en algunos tramos, pensarlas.
Al dominio en diversos campos por la conducción capitalista se responde con diversas formas de sabotaje y resistencia que van dando paso a acciones positivas, productivas y creativas extraordinariamente ricas.
Ese movimiento entre la expresión y la organización, se ha ido dando desde la confluencia de múltiples movimientos en circunstancias como las acciones antiglobalizadoras, hasta las conformaciones de redes al interior de movimientos como entre muchos de ellos, que están posibilitando el compartir información como la planificación de estrategias, una de cuyas expresiones más potentes son los foros sociales mundiales.
En las décadas pasadas se hubiera pensado desde el movimiento de la dialéctica y del modelo restrictivo de la lucha del proletariado industrial y hay quienes todavía intentan sostenerlo. Pero pareciera que no se trata de una forma operativa de pensarlo. Sabotaje, resistencia, acción y producción parecieran no ser movimientos lineales, ni dialécticos. Existen idas y vueltas, avances y retrocesos, ascensos y caídas imbricados en un proceso en el cual las diferencias, los acontecimientos en procesos de devenires complejos reclaman nuevas ideas para ir pensándolos.
Pareciera que estamos inmersos en procesos de producción de acciones, de hechos, de subjetividades, de conciencia que enuncian la puesta en acto de potencias inéditas en la historia. Y sin embargo no existen garantías para la continuidad en la construcción de un mundo otro. Ese mundo donde quepan muchos mundos. Porque los protagonistas de la lucha social no están exentos de ciertas capturas que se pueden producir en sus vidas. Historias de verticalismos y despotismos más o menos disfrazados que se hallaron a la base de proyectos políticos y luchas que se dijeron democráticas, socialistas, comunistas o aún nuestro extraño bonapartismo-populismo tan difícil de situar que se denominó peronismo, hoy justicialismo.
El poder de acción de la ley de equivalencia, aquella que tiende a transformar todo lo diferente en equivalente a las instancias del poder, no es nada desdeñable.
En el plano de la subjetividad, en tanto expresión de una realidad colectiva y que implica formas de percepción, de sentir, de pensar y de hacer, singulares y colectivas, puede pensarse lo que venimos desarrollando en el párrafo anterior, en la articulación o desarticulación que puede darse entre catexias de interés y catexias de deseo. Utilizando el término "catexia" en tanto vectores de energía con direcciones determinadas y en los cuales, según sus relaciones y composición, podrán ser pensados según cualidades diferenciales.
Las primeras son las que pueden expresar el sentido y objetivos de un proyecto como puede ser el de igualdad, fraternidad y libertad, en formulaciones discursivas, pero son las segundas las que marcarán en mayor medida el devenir real. Esas catexias de deseo pueden afirmar en la cotidianidad y en la organización lo que se piensa y se dice, o negarlo a partir de gestos y acciones que se sobreponen al pensamiento consciente y a las palabras. Precisamente, lo que ha ocurrido es que proyectos que enunciaban igualdad, fraternidad y libertad, en la práctica se convirtieron explícita o implícitamente en relaciones despóticas. Es como aquel cuento que situaba a los revolucionarios y a las revolucionarias discutiendo sobre la revolución. Cuando pasó un tiempo alguien lo señala y propone comer algo. Entonces los revolucionarios siguen hablando de la revolución y las revolucionarias van a la cocina a preparar los emparedados. Caso que dice que las catexias revolucionarias de interés, se terminan cuando comienzan a tallar las cuestiones de género como catexias reaccionarias de deseo. (7)
Esas contradicciones se pueden pensar también en el plano estructural. Las democracias han construido figuras jurídicas que son progresistas, pero que en el plano de los gestos y de la acción son negados por diferentes transgresiones perversas, entre las cuales la corrupción se ha hecho más presente. De todos modos quedaría por pensar la corrupción como necesidad esencial del sistema, con lo cual la cuestión no pasaría por transgresiones ejecutadas por desviados individuales o de grupo, sino por otros factores.
También es necesario separar las contradicciones entre formulaciones explícitas, jurídicas o no, y los que ellas mismas implican. Tal es el caso de la figura de la representación política, que en el texto de la ley misma niega lo que se formula como principio. En este caso el de la democracia. No olvidemos por otro lado, que el tema de la representación no es una invención del campo de la política, sino que es una matriz de pensamiento reafirmada por milenios en diferentes figuras y cuyo cuño fundamental lo constituyeron la religión y la filosofía. (8)
Por lo tanto, no se trata sólo de sostener discursos o construir leyes o instituciones que impliquen la posibilidad de cambios, sino de la construcción de subjetividades que lleven a que se hagan acto.
No es suficiente por lo tanto construir desde el poder instancias jurídicas que salvaguarden derechos, porque cuando se trata sólo de eso, los actos pueden llegar a negarlas irremediablemente.
Se trata de que ese devenir revolucionario de la gente no deje al poder más opción que la de construir esas instancias y se constituya además en control de los actos de los funcionarios políticos.
De ahí que sea tan dificultoso proponer proyectos en una coyuntura histórica donde los acontecimientos día a día producen cambios aunque no siempre sean percibidos porque las instancias del poder político-económico despliegan constantemente su tarea de ocultamiento.
Cosas pasan, mucha gente se sitúan de otra manera frente a sí mismos y frente al mundo, la espera de que el iluminado de turno indique el camino ha dado paso a la acción micro frente a las realidades existenciales, el paso a la acción directa de pequeños y grandes conjuntos de personas se produce todos los días, aunque también se van dando casos en que el poder va cediendo lugares en cuestiones de decisión. Tal es el de la implementación de formas de presupuesto participativo, que van desde las más leves a aquellas que implican la deliberación y la decisión concreta de la gente en sentido vinculante con respecto a los representantes.
Tal vez se trate entonces de pensar ya y de decir, no que otro mundo es posible, sino que ese mundo o esos mundos son ya hoy en innumerables intersticios del sistema dominante.
El problema es entonces cómo unirse cada uno, cada grupo, cada conjunto a esa construcción que irá obligando cada vez más a los poderes formales, aunque reales, a incorporar realidades y figuras que van revolucionando la vida. La mayor participación de la gente, la mayor potencia demostrada en la protesta y en la propuesta de cambios, la demostración de la capacidad de los obreros y empleados en hacer funcionar fábricas con mayor efectividad que antes cuando estaban en manos de patrones capitalistas, la acción no sólo de protesta sino productiva de grupos piqueteros, sean solidarias hasta educativas, los grandes progresos en las reivindicación de la mujer, las nuevas formas de conformaciones familiares y de la ética erótico-sexual, las diversas formas de cooperación para la producción más allá de las tradicionales, son algunas de las realidades que van indicando la construcción de ese mundo mejor, de ese nuevo hombre.
Porque de eso se trata en forma predominante en esta coyuntura. No tanto revolucionar las instituciones, como revolucionar la vida. Siendo así, las instituciones de hoy seguirán perdiendo consistencia e irán cambiando o serán reemplazadas. Un ejemplo claro es el de la pérdida de capacidad represiva de la Iglesia Católica respecto de muchas cuestiones debido a la potencia de las acciones de la multitud. Procesos que además inciden en que vaya cayendo la máscara de virtud que tiene esa institución para descubrir las innumerables perversiones que pululan en su ceno. Y aquí también debemos negar enfáticamente que esa perversión provenga de desviados, sino que es esencial a la vida institucional. De otra manera, cómo podría concebirse que hasta Juan XXIII, el Bueno, haya emitido un documento secreto por el cual se condenaba a la excomunión a cualquiera miembro de la Iglesia que denunciara casos de abuso de menores a su interior.
De todos modos, frente a los cambios que vamos percibiendo, insisto en la atención que se debe prestar a la acción de la ley de equivalencia. Ante los cambios institucionales es necesario tener en cuenta si son reales o si obedecen a la acción de tornar lo diferente en equivalente a las instancias de poder. Recordemos que el gatopardismo tiene larga data y sigue vivo.
Como decían miembros de los movimientos de la mujer en Francia ya hace unas décadas, nada es más problemático y a veces peligroso que, ante la lucha de un movimiento social, el Estado cree una secretaría con su nombre. Porque el problema no es la instancia burocrática, sino el sentido que algo tenga en la trama del devenir de la lucha social.
Hay que tener en cuenta que la reivindicación de los movimientos sociales no termina en ninguna instancia burocrática. De ahí que los cambios que van provocando en la vida, en tanto realidad existencial de esos sujetos, son acontecimientos, creación que se adelanta fatalmente a la posibilidad de su pensamiento por parte de quienes detentan el poder político. Por ello, lo político-jurídico aparece siempre en retrazo respecto de esas creaciones que se dan en la vida de la gente. A veces aparece para confirmarlo y otras para desvirtuarlo.
En esto aparece claro que el pensamiento no piensa por sí, si no es obligado a pensar por algo que viene de la vida. De no ser así, el pensamiento no sería más que una máquina que reproduce sin diferencias, lo mismo. Es tal vez el destino de tantos y tantos filósofos e intelectuales que en la historia del mundo se han encargado de legitimar la idea del poder de lo Uno absoluto en sus diversos rostros. (9)
Y eso es lo que contienen en su ceno los proyectos de continuidad de ese sistema fracasado respecto de una ética de la vida, que sigue siendo sostenido por poderes capturados por el resentimiento, la mala conciencia, el deseo de venganza y la necesidad de sostener la causa trascendente. Ese monstruo de mil caras.
Proyectos que se creen dueños de la historia y del futuro y son sólo cáscaras vacías que sólo pueden nutrirse del sufrimiento por la explotación y la exclusión a la que somete a tanta gente. Proyectos que son un negativo de la vida. Proyectos de muerte. (10)
La vida no es eso. La vida se afirma desde siempre. Desde los primeros encuentros de cuerpos, naciendo, creciendo, amando. Cuerpos que desean perseverar en su ser y devenir creativamente en esos encuentros, en sus goces, en sus juegos y en sus alegrías.
Por ello es problemático, sino peligroso, hacer una lectura dialéctica, una lectura desde lo negativo, la cual, queriéndolo o no, sitúa el ser en eso absoluto contra lo que quiere luchar. Si asignamos el ser a eso Otro, sea Dios o el Capital, los estamos significando como lo positivo primero, aunque sea malo y nosotros no podemos sino ubicarnos desde lo negativo, desde un no ser que desea realizarse a partir de la destrucción de ese otro. (11)
Repito, la vida no es eso, la vida se afirma desde siempre en innumerables instancias concretas y en ese afirmarse en su ser, en su conexión con la profundidad y extensión de lo real, a veces se encuentra con obstáculos que necesita remover. Y son esos obstáculos los que se ubican en el lado de lo negativo, del no ser, de su captura por deseos mortíferos. Deseos mortíferos que sólo pueden encarnarse en instancias vacías de vida, instancias que necesitan separar a la gente y generar tristeza para quitar sus fuerzas y dominar.
La vida desea afirmarse siempre y su sino es la unión, la composición de los cuerpos y su efecto es la alegría que ello comporta y la potencia que genera. (12)
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Alberto S.E.Ascolani
Febrero 2005
Referencias bibliográficas.
1.Ascolani A.: La novela de occidente. Rosario. Laborde y ArcaSur. 2000.
2.Ascolani A.: Id. Ant.
3. Se podría hacer aquí particular referencia a las cooperativas de la región de Cataluña en los años 30 del siglo anterior.
4. Ascolani A.: Democracia, ciudadanía, exclusión. En: Ascolani A.: Derivas…de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ediciones de la Sexta. 1996. 2da. Edición.
5. Negri T.: Cinco lecciones sobre imperio. Bs.As. Paidos. 2004.
6. Deleuze G. y Guattari F.: Mil mesetas. Valencia. Pre-textos.
Deleuze G. y Parnet C.: Diálogos. Valencia. Pre-textos.
7. Guattari F.: Lenguaje y sociedad. En: Deleuze G. y otros: Política y psicoanálisis. México. Nueva tierra.
8. Ascolani A.: La novela de occidente. Ob.cit.
9. Deleuze. G.: Diferencia y repetición. Madrid. Júcar Univ.
10. Ascolani A.: Proyectos sociales. Entre el desarrollo de la vida y la producción de muerte. En: www.nomadesdelsur.org.ar
11. Ascolani A. y otros: El grito-acción en las calles y en los intersticios del sistema. En: www.nomadesdelsur.org.ar
12. Spinoza B: Etica. Bs.As. Hyspamérica. 1984.
Artículos de análisis político o correlacionados, propios o en colaboración.
Sudestada:
Editoriales números 1 a 4.
Editorial para el número 5: inédita.
Nº 1: Sobre vivir y pensar. Otoño 99.
Nº 2: El honor militar y las picadoras de carne. Invierno 99.
Nº 3: CTA: Esperanzas e interrogantes. Primavera 99.
Sobre únicos, viejos y nuevos pensamientos.
La Grieta:
Nº 1: Democracia, ciudadanía, exclusión.
Nº 4: Producción intelectual y explotación. Julio 1997.
República de Pichincha:
Editoriales números 1 a 11.
Nº 2: Revista del Barrio. Agosto 2000.
Nº 3: Nuestro hábitat. Octubre 2000.
El nombre propio.
Nº 4: La escritura y la furia. Diciembre 2000. (También en: www.imagencristal.com.ar y en www.nómadesdel sur.org.ar.)
Pichincha. El fin de una época.
Nº 5: Sobre campañas preventivas, agoreras y culpabilizadoras. Febrero 2001.
Raíces.
Nº 6: Boliches y juventud: entre realidades y mitos. Junio 2001.
Nº 10: Artesano. Enero 2003.
Diosa Episteme:
Nº 6: Cultura y Política. Ensayo ficción. Diciembre 2000. También en: www.imagencristal.com.ar).
Pagina web: nómadesdelsur.org.ar:
Campo social y producción de subjetividad.
Constitución de la subjetividad y movimientos sociales.
Imperialismo-Imperio. Crítica de una crítica.
El grito-acción en las calles y en los intersticios del sistema.
Insistencias.
Proyectos sociales. Entre el desarrollo de la vida y la producción de muerte.
Presentación de la página nómades del sur.
La punta de un iceberg.
Aporte de Juan Pablo Hudson
Hola Alberto, acá te mando algunas resonancias sobre el artículo que me habías pasado "Filosofía y política".
- Me parece interesante cómo se resalta esta diferencia entre revolución -como toma de un poder futuro- y el devenir revolucionario. En este sentido vos remarcás que los protagonistas de las luchas sociales no está exentos de ciertas capturas. Esto es verdad y se ve en muchísimas experiencias que tomaron otros rumbos. Ahora, lo interesante para remarcar es cómo la aparición de estos devenires revolucionarios, puestos en prácticas por experiencias colectivas, tienen una dimensión que se puede denominar de irreversibilidad. En el sentido que la creación por parte de los movimientos sociales de dispositivos de acción revolucionarios -haceres y prácticas alternativas- trascienden más allá de la caída o captura de la esas experiencias concretas. Entonces, las asambleas barriales que nacieron al calor del 19 y 20 de diciembre instauran justamente a la asamblea como dispositivo de reunión y toma de decisiones. La mayoría, aunque no todas, de las asambleas dejaron de funcionar con el tiempo, sin embargo, el dispositivo de la asamblea es reapropiado por cualquier nueva experiencia de lucha. Incluso la asamblea es utilizada para tomar cualquier tipo de decisión, hasta un grupo de amigos que se junta para decidir qué hacer con tal o cual cosa. De igual modo lo importante es su utilización por las situaciones de contrapoder.
Lo mismo en el caso de las recuperadas, donde en un punto las experiencias son irreversibles, en tanto las creaciones y afirmaciones de los trabajadores contagian otros espacios, o habilitan nuevos. Si se cae Mil Hojas uno lo va a lamentar, si se caen todas las fábricas de Rosario mucho más, pero el hecho de que un grupo de obreros haya desafiado su destino de desocupados y, a partir de esa problemática, haya creado formas organizativas que muestran la función parasitaria del patrón y su corte de administradores es un acontecimiento que pasa a formar parte del imaginario colectivo de la multitud. Me acuerdo el año pasado cuando la Asociación Cristiana de Jóvenes que está en Entre Ríos entre Catamarca y Tucumán, anuncia la quiebra. En ese momento los profesores de ginmasia y los alumnos (y no hablo de obreros combativos ni universitarios politizados) decidieron armar una cooperativa de trabajo, es decir, recuperar la asociación y funcionar de manera autogestiva. Al instante convocaron al Movimiento de Empresas Recuperadas. Ahí se comprueba la irreversibilidad, que sería como la contracara de la ley de equivalencia, porque es la posiblidad de reapropiación que pone en práctica la multitud de las creaciones revolucionarias. Hoy en día me parece que el principal punto de irreversibilidad se produce con la caída de la necesariedad del plano de representación. Para los jóvenes que conforma movimientos anti-globalización o de resistencia la representación no es ni siquiera concebida, lo ven como algo del pasado, y laburan a partir del horizontalismo. La asamblea, te decía, como dispositivo de encuentro y toma de decisiones también. El Pensar sin Estado en una multiplicidad de experiencias es irreversible. Porque está bueno aclarar sobre la ley de equivalencia, es indispensable, pero también puede transformarse en una trampa, porque no otorga salidas, si todo puede ser capturado por el poder. Sería como una profecía autocumplida, por eso me parece interesante sumarle la noción de irreversibilidad.
- Segundo punto, vinculado al anterior: cuál podría ser una tarea de un filósofo, o filósofo de la praxis como lo llama el Colectivo Situaciones, actualizando a Gramsci. Una es actuar en situación, es decir, en inmanencia con el trabajo de la multiplicidad y no leyendo por fuera para guiar la acción, o tratando de unificar la multiplicidad hacia un objetivo de cambio futuro. Pero, sobretodo, poder dar cuenta de las creaciones colectivos, de los dispositivos de lucha que surgen y se aplican, para que éstos puedan ser reapropiados y singularizados por situaciones concretas. Es decir: el filósofo de la praxis colabora en la composición de experiencias a partir de la puesta en común de estas experiencias dispersas. Lo que sirvió para una experiencia puede servir para otra, aunque a su modo, lo que no sirvió totalmente para otra, puede ser de utilidad para una tercera.
- Tercer punto: la diferencia entre la noción de revolución como eso que se tiene que dar en un futuro a partir de la apropiación del Estado y el devenir revolucionario de la multitud que vos lo trabajás muy bien. Por ahí, se podría explicitar más sobre un mito fundamental que captura a grupos de izquierda: este imaginario que situa al poder en el aparato del Estado. Esta ahí, entonces hay que tomarlo porque "nosotros" somos buenos y lo vamos a utilizar para cambiar la sociedad. Lo que se comprobó a lo largo de la historia y sus fracasos es que el aparato del Estado es una situación más de poder como otras tantas. Es decir, una situación de situaciones. Y, en especial, se comprobó que el Estado más que un espacio donde se acumula el poder -desde estas posiciones el poder es una cosa- es un espacio de im-potencia, o de mínima en relación al poder. Entonces, yo destacaría más, primero, la diferencia entre poder y potencia, esencial, porque muchas veces se la iguala. Segundo, que el poder siempre, y mucho menos ahora, no se sitúa en el aparato del estado, o por lo menos no exclusivamente, sino que el poder tiñe cada una de las acciones de la vida social, en su más profunda capilaridad. Por lo cual tomar el poder es tomar la impotencia del aparato del Estado. La diferencia está, como lo analiza el artículo, en desplegar la potencia de la multitud para destruir el poder capitalista en cada situación que enfrentamos.
Bueno, Alberto, espero que aporte en algo, tenía una deuda al respecto. Después te envío el boceto de proyecto de investigación.
Juan Pablo
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