CIUDAD: LOS CAMINOS DEL ESQUIZO (*)
Daniel Briguet: La ciudad Blad Runner.
(Página 12, 24-12-93)
1. Intención.
Este escrito pretende solamente desarrollar en una perspectiva lo menos compleja posible, la difícil cuestión de los cambios en las formas y procesos sociales y sus efectos en la subjetividad y los sujetos.
Toma la ciudad como ámbito paradigmática para el análisis de algunos elementos de esta problemática, sin desconocer que otros, como es el caso de pequeñas poblaciones, de sectores rurales o de comunidades aisladas presentan problemas diferenciales.
Sin embargo, salvo casos de aislamiento agudo, en los demás quedará por analizar efectos similares a los planteados acá, en función de la cercanía de poblados u otros sectores a grandes urbes, la movilidad de y hacia esos centros con su influencia consecuente y por otro lado el grado de exposición que tengan a los medios de comunicación e informáticos, que no respetan distancias ni fronteras geográficas y colaboran a la producción de efectos equiparables a los que se exponen aquí respecto de la experiencia del sujeto en la ciudad.
2. Imágenes y experiencias.
Cuando pensamos la ciudad, cuando la mencionamos, aparece en nosotros algo del orden de una imagen total, unificada. Efecto imaginario atado a la acción emblemática del nombre que en realidad no se compagina demasiado con nuestra experiencia, que es aquella del vivir-transitar la ciudad. Experiencia variada, heteróclita y que no coincide con ninguna imagen total.
El sujeto que transita la ciudad - consideremos el transitar como un aspecto constitutivo del mismo - puede hacerlo de diversas maneras. En el espacio concreto, está el que transita siempre los mismos senderos y desconoce todo lo demás. Está el que la recorre continuamente y está el que a veces se lanza a explorar nuevos senderos y lugares. Y respecto del "interior" de los espacios existenciales, propios o ajenos, quizás se pueda decir lo mismo, en uno y en otros de esos senderos y espacios se conjugan realidades concretas, virtuales, ficcionales e imaginarias.
En cualquier caso, la experiencia es parcial y compuesta por múltiples elementos que hacen de la fragmentación un efecto dominante, tanto si consideramos los recorridos y lo que resta afuera, como dentro mismo de los que el sujeto realiza.
Esa es la experiencia en relación a ese "real" que es nuestro transitar, pero que no se corresponde con la manera en que la incorporamos porque a cada momento todo queda "integrado" a nuestra propia "unidad" yoica y lo demás será ignorado, olvidado o ni siquiera percibido. Por eso, tomando aquella idea de que "sólo se aprende por las diferencias" o por lo menos digamos que puede facilitarlo, quizás sea interesante imaginar algunas escenas y lo que podría suceder a partir de ellas en sociedades diferentes.
Imaginaremos el tránsito por una calle o un cruce en una aldea de alguna comunidad "primitiva", en una ciudad feudal y en una urbe contemporánea. De las reacciones de los actores, de las conductas y eventos que se sucederían podremos quizás entender algo de lo que nos pasa como sujetos transitadores de esos caminos que la ciudad nos traza o los que a veces, trabajosamente, nos trazamos cuando nuestros deseos nos llevan a algún recorrido singular.
3. Lo detenido.
Consideremos el primer caso: una comunidad "aborigen", "ahistórica". Un cruce, dos sujetos se encuentran y uno pasa antes y quizás no le corresponda, o lleva animales por una senda no establecida. Habrá un instante de detenimiento, sus miradas se cruzarán, se verá algún gesto o quizás se oirán algunas palabras y cada uno seguirá su camino. Ellos se conocen porque la aldea es pequeña, compuesta por algunos clanes familiares, conocen la "historia" relatada, las leyes de su vida social, los modos, formas, estrategias y herramientas de trabajo, caza o recolección, sus dioses, sus ritos, su música, los bailes, el sentido de lo escrito en sus cuerpos, sus tatuajes. Cada uno resume en sí ese pequeño microcosmos que los acoge.
En ese apenas mirarse y hasta no decirse nada, esa transgresión queda presente e incorporada a sus relaciones y seguramente tendrá consecuencias posteriores. Se hablará en el clan familiar, se llevará al consejo de la aldea, se determinarán sanciones o prevenciones o se establecerá una contienda que en su momento seguirá rituales establecidos. Así, todo quedará incluído en esa totalidad: aldea-consejo-clan-sujeto. Todo está presente porque nada ha cambiado, por lo menos en el lapso de sus vidas. Todo ha estado ahí y seguirá estando. El tiempo prácticamente no transcurre.
4. La lentitud.
Esta situación podría repetirse con algunas variantes en una ciudad feudal. Un descuido, un encuentro entre carruajes, animales que se cruzan y voltean algo en el mercado de la plaza central. Estos actores quizás ya no se conozcan profundamente porque esas ciudades o pequeños burgos tenían ya más habitantes, pero cada uno sabrá del otro o por lo menos habrán signos claros: el habla, la ropa, el vehículo los situarán claramente en alguno de los estamentos de clase. Si pertenecen al mismo habrá ciertas consecuencias y si pertenecen a clases diferentes habrá otras. Pero en cualquier caso, la idea de cierta congruencia entre ciudad-gobierno-clases-sujeto se sostiene. La ciudad es pequeña, la historia se desarrolla lentamente, los instrumentos y objetos de uso son pocos y durables, las leyes son conocidas o supeditadas a la voluntad del señor.
Así, aún con el pasaje de relaciones de alianza, con su mayor predominio de lo "horizontal" y el acotamiento de la relaciones a las de filiación, más "verticalizadas", que hacen que las acciones, los efectos y los actores que puedan participar en un conflicto varíen, la totalidad subsume casi todo y sólo quedará un resto de indeterminación en la discresionalidad del señor en cuanto a la manera en que podrá considerar ciertos hechos. Podrá incluso establecer ahí mismo una nueva ley o un nuevo castigo, aún cuando dificilmente será muy diferente de lo ya establecido. Además, ello no será percibido como diferente, sino subsumido en "lo mismo", que es la verdad del saber, de la voluntad y de las decisiones del señor.
5. Velocidad.
Pero el pasaje a la ciudad contemporánea, sobre todo la gran urbe, implica un salto cualitativo. Aún el sujeto que la recorre constantemente encontrará siempre lugares nuevos, sorpresivos, siempre quedarán incógnitas sobre este o aquel edificio, sobre esta calle, sobre nuevos elementos que aparecen con los cambios que se producen constantemente. Las leyes se han hecho más complejas y no las podrá conocer en su totalidad, ni mucho menos (su conocimiento se alienará a las manos de los especialistas), los objetos son fugaces, la velocidad y la intensidad son los signos.
Ya no podremos imaginar esos cruces conflictivos, con su tiempo lento, con sus consecuencias sabidas, con los otros conocidos en el conjunto de la trama de ese "todo" social incorporado a los sujetos. Ese cruce, ese encontronazo, estarán marcados por la urgencia y cierto anonimato, junto con contingencias que pueden ser variadas. Podrán discutir, pelear, justificarse, tratar de engañarse mutuamente, etc., pero ello culminará con la anotación del número del seguro y el pasaje a los efectos posteriores: el ingreso a las misteriosas redes de la burocracia, donde los profesionales se harán cargo y ese "otro" quedará desdibujado o borrado.
La sociedad capitalista, cuyos signos son la fragmentación de las experiencias, de la percepción, de las relaciones, con su burocracia, con sus profesionales-especialistas, nos produce como sujetos disociados de múltiples maneras por esas máquinas que nos obligan a funcionar en paralelo a sus propios regímenes.
6. El pasado en el presente.
Sin embargo, aún siendo esto cierto, no pensemos que toda la realidad responde a dichas caracterizaciones en forma pura, sino que se dan constricciones complementarias, supervivencias del pasado u otras "reconversiones" que a su vez obedecen a necesidades del sistema. Así, si señalamos la discrecionalidad del señor en una sociedad despótica, no significa que eso terminara allí. Nuestra institucionalidad es prueba de ello pues ha erigido, entre muchas otras, una figura presidencial que tiene atributos casi omnímodos que hoy son aprovechados por alguien que muestra todos los días esa tendencia a constituirse en legislador, juez y ejecutivo discrecional y que se acompaña en su hacer de un discurso que con todo impudor niega hoy lo que afirmó ayer.
Esto no es sorprendente, porque si bien en ese caso se perfilan fuentes culturales, familiares y personales en su conducta pública: familia clánico-feudal en un territorio propicio aun hoy a la supervivencia de esas estructuras y por otro lado un sujeto con cierto autoposicionamiento megalómano-místico que podría ser pintado claramente a partir de sus cabalgatas nocturnas a la sierra con su ritual para que el espíritu del caudillo máximo lo penetre. Su conducta es funcional al sistema. Un sistema que sigue tratando de combinar una democracia en lo político (porque es la que más le conviene) con instituciones despóticas en el marco productivo y en las de disciplinamiento y control.
A su vez, otras fuentes histórico-sociales también apoyan esa articulación. En el relativo corto tiempo de nuestra historia, en las experiencias sociales y en el imaginario social se han instalado figuras carismáticas, a las cuales se asignó poderes varios y en las cuales por momentos pareciera que se resume todo. Así la historia por momentos pareciera que pueda resumirse en la serie de varios nombres. Por otro lado, el progreso en la institucionalización democrática, que podría haber refutado la erección de esos lugares míticos, no se ha liberado aún del lastre de ciertos mecanismos de investimiento. La "investidura presidencial" y sus "poderes" es paradigmático de ellos, pues no existen dudas que arrastra elementos que van de la imposición del carisma por derecho divino a otros investimientos que corresponden más a sistemas aristocrático-elitistas que a uno democrático.
7. Escenas en la ciudad.
Pero retomemos la reflexión sobre lo que pasa en el recorrido de los extraños senderos citadinos, situándonos en el tránsito en las calles de la ciudad, en tanto podríamos tomarlo como sector ejemplificador de ciertos efectos que son de una complejidad y ritmo muy diferentes a los consignados para otras sociedades.
Para jugar un poco con ello, tomemos en primer lugar un sujeto al volante de un vehículo. Cuando éste conduce se convierte en sujeto de lo que podríamos denominar la "máquina tránsito". Su régimen hará que quede sujeto al ritmo, a la velocidad, al que va delante, al que viene detrás, al que lo pasa. Si el que viene por detrás se acerca, llegará un momento en que invadirá el espacio que el considera propio y que necesita que reste libre. Si a ello se agrega que siga por un trecho así y doble con él, se potenciará un efecto de sujeción. Pensará: ¿Y si no frena? ¿Me estará provocando? ¿Me estará siguiendo? ¡Qué quiere ese tipo! Pero llega a una esquina, se fija si viene alguien, cruza, vuelve a mirar por el espejo retrovisor y...¡el otro desapareció¡ Habrá allí un instante infinitesimal en que se producirá una duda, una suspensión. Si uno reflexionara podría preguntar: ¿Y todo lo que pensé, qué tenía que ver con lo que pasó? Fue una presencia casi absoluta y al instante...nada.
Si alguien se adelanta rápido, o pasa demasiado cerca, o se cruza mal, también quedará enganchado, aun cuando las reacciones serán diferentes según quien sea. Sujetos con tendencias obsesivas o paranoicas o esquizos serán afectados de diferente forma. El primero se enganchará en una larga elucubración sobre lo que pasó, lo que hará si le vuelve a pasar y pensará en todas las prevenciones posibles. El segundo destilará su odio, tendrá el impulso de seguirlo, deseará intensamente volver a encontrarlo para desquitarse. En cambio el tercero, seguirá quizás más tranquilo porque él estuvo ahí, frenó o lo vió pasar muy cerca o cruzarse malamente, pudo por un momento tener alguna sensación de catástrofe, pero al instante se habrá "olvidado", escuchará la radio, mirará los árboles, se llevará un dedo a su nariz distraídamente (situándose muy lejos de aquellos que podrían querer provocarlo, quienes quedarán totalmente frustrados) y así seguirá para enfrentarse con las otras innumerables situaciones que la calle le traerá.
Será quizás el que pueda autonomizarse en mayor medida de las constricciones de esa "máquina". Posiblemente siga incluso una trayectoria algo "bizarra". Si se le pone un colectivo por delante o se acumulan los vehículos, doblará buscando una calle más tranquila aunque ese no sea "su camino", se alejará y luego volverá sintiendo incluso placer por ello. En realidad para él no existe un camino marcado como sucede con otros, existen caminos, muchos, y poco importa ir por uno o por otro.
El que nos sigue, el que se cruza, el que nos hace frenar, por un instante lo ocupa todo y en el instante siguiente habrá desaparecido. Desaparece su rostro, su vehículo, todo, engullido por la máquina tránsito. Sujetos que sentimos que algo tienen que ver con nosotros, en un instante se convierten en figuras anónimas o aún inexistentes.
Sin embargo eso no termina allí. Ese transitar tiene bordes. Es la caleidoscópica sucesión de sujetos, objetos y sucesos "que pasan". Así cuando uno conduce, mucho de esto se insinuará por el rabillo del ojo. Otros se presentan como flashes fugaces. Si el tránsito se detiene y de pronto veo una vidriera con el TV o el CD que me pidieron mis hijos, miro el precio, calculo, efectivo, tarjeta, crédito, etc., ahí sentado al volante, en la escansión del tránsito, me convierto por un instante en sujeto de esa otra máquina, la máquina económica. Pero el tránsito sigue y me lleva. Pasarán negocios, uno está en doble fila y lo odio, otro se me pega, y ahí una mujer esplendorosa que apareció de golpe...peligro, no debo quedarme enganchado ahí en la máquina erótica porque el tránsito me exige seguir, bajo la amenaza de un accidente o de un insulto...y así siguiendo.
Eso mismo puede repetirse con un matiz diferencial, de cierto relax si voy sentado en un micro. Miro por la ventanilla sin preocupación por el tránsito (para eso está el conductor) y quedaré atado a la sucesión de casas, negocios, calles, gente y cada uno de esos componentes me situarán en paralelo con sucesivas máquinas, de consumo, estéticas, ecologistas, pulsionales, etc.
En esa multitud de momentos cambiantes estaré solo, junto a extraños, mis límites o bordes corporales se estrecharán o ensancharán constantemente. Si voy en un micro se apretarán hasta el punto que podremos tocarnos con extraños. Si voy por una vereda ese borde se ensancha, y aún más si voy en un vehículo.
A su vez, en cada una de estas experiencias se entrecruzan velocidades e intensidades diferentes. En los ejemplos podemos observar lo que va de las experiencias donde las significaciones imaginarias se imponen, con sus formas y figuras múltiples que se sostienen un cierto tiempo. Pero a medida que la velocidad aumenta, la experiencia de la intensidad prevalece, como cuando cruza un automóvil a gran velocidad y se convierte en una figura difusa. No veo quien lo conduce, sus formas se hacen imprecisas y la intensidad subsume todas las significaciones diferenciales y singularizantes.
Por otro lado, la velocidad, la intensidad, el cambio de dependencias maquínicas facilita a su vez un efecto paralelo que es la selección entre lo que se ve y lo que no se ve. Es en este punto donde el escotoma respecto de la percepción de ciertos otros actúa con mayor eficacia, cuestión que he expuesto en el trabajo "Democracia, ciudadanía, exclusión", incluido en este libro.
En contraposición con estas experiencias, nuestras "coherentizaciones", nuestra "unificación" se dará por momentos en ciertos puntos nodales, la casa, el trabajo, el encuentro con un amigo en un bar. Son esos puntos a veces tan anhelados, en medio de esa maraña de senderos, sujetos, objetos y sucesos que siempre se nos escapan de entre los dedos.
8. Lo virtual no es diferente.
Sin embargo, ese "real" del transitar, con sus acompañantes imaginario-fantasmales, tiene también correspondencia con nuestro transitar por espacios virtuales que nos sitúan también en una posición de fugacidad-fragmentación. Es la experiencia del contacto con los medios de comunicación y con la televisión en primer lugar.
Debemos tener en cuenta para el caso la dupla publicidad-programaciones, en que la primera constituye el fondo permanente con su repetición-sucesión interminable de productos promovidos y el otro sector que aparecerá fragmentado en programaciones diversas. De todos modos, esa separación puede ser relativizada porque los objetos de consumo aparecen de diversa manera incorporados a muchas programaciones, carteles en películas, afiches, objetos cuyas marcas se hacen ostensibles, esa nueva forma de "hombre sandwich" que es el deportista con su pecho y espalda resaltando ciertos logos, etc.
A su vez existen programaciones cuya estructura misma está compuesta de fragmentaciones y composiciones caprichosas. En la transmisión de la "realidad" en los programas de noticias aparece claramente la creación de mundos ficcionales a partir de la arbitraria selección y rápida sucesión de escenas variadísimas que nos pueden hacer pasar del drama a la comedia o al grotesco sin sucesión de continuidad.
Estos pueden constituir elementos interesantes para relativizar quizás la idea de una reinstauración de una "aldea global" por la acción de los medios de comunicación, en tanto esa "aldea" ni es global porque existen grandes territorios que no existen para los medios, ni está compuesta por lo esencial, ni mucho menos, de los supuestos mundos que transmite. La "aldea global" no es mas que otro fragmento ficcional.
Quedaría por mencionar otros mensajes que se componen de una estructura que conjuga fragmentación y repetición en visiones claramente caleidoscópicas como son los video clips, que a veces dicen en ese singular lenguaje, fuertes y crueles verdades sobre nuestro mundo actual.
En fin, ese transitar esquizo del sujeto en la ciudad, tiene su correlato en el transitar implicado en el enganche perceptivo con una infinita variedad de mundos ficcionales, que en muchas de sus facetas aparecerán como "reales" y a veces como más reales que lo "real". Con lo que se trataría entonces de no seguir engañandonos pensando en el efecto alienante de los medios de comunicación porque ese efecto no es diferente, sino que se halla totalmente articulado con la experiencia del tránsito por la ciudad y por otros senderos existenciales.
9. Ni bueno, ni malo.
En este punto, antes de pasar al de la "unificación", creo que es necesario consignar que esta producción de un sujeto esquizo, no se puede considerar ni buena ni mala. Se trata del efecto de un proceso de cambio civilizatorio quizás irreversible. Incluso en algunos aspectos podrían pensarse posibilidades promisorias cuya realización dependerá de la manera en que puedan articularse en el futuro los procesos de velocidad, intensidad, fragmentación, caleidoscopia, etc., con los procesos de unificación, tanto en lo colectivo como en lo individual.
Tomemos un ejemplo importante porque hace a la manera en que se puede concebir la "formación" de un sujeto (aquello que le da forma), y todas las máquinas que se ponen en funcionamiento para ello, sobre todo la familia, la escuela en sus diversos niveles y otras instituciones.
Los procesos descritos sobre las experiencias en la ciudad y la relación con los medios de comunicación, a los que podrían agregarse las complejas estructuras y requerimientos de los sistemas informáticos, contra lo que podría creerse, quizás no actúen sobre el sujeto forzándolo a reacciones perceptivas, de pensamiento, conductales artificiales y perjudiciales con relación a un funcionamiento supuestamente "natural", que sería otro.
Por el contrario, hoy ya son muchos los que piensan que precisamente el proceso de aprendizaje no obedece a leyes de linealidad, como se sostenía en las teorías clásicas y que implicó en la práctica la estructuración de programas y métodos educativos que siguieron esa linealidad expresados en las disociaciones en materias-disciplinas.
En otra perspectiva, lo que se plantea es el funcionamiento del proceso de aprendizaje a partir de múltiples entradas y salidas simultáneas. Con ello tienen que ver los desarrollos sobre los hipertextos y otras herramientas de estructura configuracional complejas que se utilizan en la enseñanza y en la investigación. No son ajenos a ello ciertos juegos que presentan estructuras similares y cuyo valor para el aprendizaje transdisciplinario es asombroso.
También habría que relativizar el mito de la alienación, idiotización, aislamiento de los chicos por su dependencia con estas nuevas máquinas. Me da la impresión que esto parte de prejuicios de sujetos, generalmente adultos, que ven ese fenómeno pasando por las vidrieras de los negocios de video-juegos. Allí ven chicos y otros que no lo son tanto, atados a esos aparatos.
Pero en realidad, esto se incluye en una nueva forma de sociabilidad que, vista desde su interior, es muy rica. Los chicos en general no juegan solos, sino con compañeros y si no es así, cuando se acercan desconocidos entran en diálogo sobre las características del juego, sus trampas, las posibilidades de su desarrollo, intercambian hipótesis sobre las ideas o intenciones de los programadores, son solidarios entre ellos y se ayudan, etc. Lo mismo se puede observar en las casas de ventas de programas y juegos, donde los diálogos se amplían a la consideración de problemas mucho más bastos, incluyendo las referencias a bibliografía, revistas, temáticas, etc.
Nueva sociabilidad, nuevos aprendizajes, nuevas actitudes y actividades que los analfabetos o semianalfabetos que somos los adultos que no conocemos esos nuevos códigos mal podremos llegar a comprender si los cubrimos con mitos descalificadores y no los analizamos en sus problemas y en sus posibilidades.
Quizás haya que pensar entonces, respecto de los efectos de las sociedades disciplinarias y de ésta que se está construyendo, de composiciones diferenciales entre la esquizia y la unificación. A una esquizia de disociación disciplinaria, lineal, pasivizante, simplificadora, se le opondría esta otra que tiene que ver con la velocidad, la intensidad, el cambio, la simultaneidad, la actividad, lo complejo.
10. Unificación y control.
Es difícil pensar las múltiples consecuencias de estas experiencias. Es cierto que el sistema capitalista "fabrica" ese sujeto esquizo, pero el problema es que en algún lugar, de alguna manera debe darse una contención, un borde, porque de otra forma sería lanzado a traspasar el límite que lo separa de la esquizofrenia.
Este es un gran interrogante del presente. Por qué medios se podrá procesar y contrarrestar la difícil, tortuosa y en casos siniestra relación entre la producción como proceso diagramático-rizomático, explosivo, con la loca lógica del producir para tirar, los estallidos institucionales, las guerras "necesarias" y un sinnúmero de excreciencias sorpresivas, que a su vez se correlaciona con el desarrollo de nuevas instituciones de control-contención y mitos unificadores con sus viejos dioses redivivos, con sus nuevos pastores y gurúes, esos nuevos padres para las multitudes que los buscan y los intelectuales que les siguen diciendo que eso es bueno y necesario, que ..¡Edipo vive!
Pero a pesar de ello, como esta gran urbe, cada vez más compleja en que se van convirtiendo las ciudades por sus entretejidos en redes cada vez más estrechas de intereses, comunicaciones y toda clase de flujos cruzados, esquizofrénica y esquizofrenizante, no puede sino generar innumerables intersticios a los cuales no llegan los dispositivos de control, queda la esperanza de que las experiencias micro y otras que no lo son tanto, sigan desarrollándose y sigan proponiendo alternativas para que el sujeto humano pueda llegar a tener una referencia menos aburrida, menos estúpida y menos destructiva que el "dios mercado", que en último término sostiene estas "realidades" y les asigna ese sentido de fugacidad, fragmentación, deseo de posesión, de pérdida de deseo en el poseer, en una serie infinita.
Como adelanté, estas breves referencias no agregan nada a conceptualizaciones ya realizadas y no valen sino como complementos para pensar desde ciertos nudos de la cotidianidad las formas de las ataduras y de los intersticios libres en los senderos que constituyen y sostienen al sujeto.
En las descripciones realizadas quedan implicados procesos que sería necesario discriminar si se quisiera profundizar la reflexión, como es el doble sesgo de la alienación del sujeto a las máquinas sociales, como totalidades complejas y el de los "servomecanismos", como son las formas de percepción y formas reaccionales que articulan ciertas funciones del sujeto al funcionamiento de las máquinas, como procesos "infrapersonales".
En otro polo virtual se podría situar la perspectiva de la autonomía en la cual se incluye el rescate de valores, de utopías a pensar desde otras vertientes con relación a aquellas que se arrastran desde el pensamiento clásico.
El acercamiento a esos polos virtuales sitúa al sujeto en el borde de zonas de riesgo. Por un lado la fragmentación, la velocidad, con sus efectos caleidoscópocos, puede producir una caída en la indefinición. Así, el sujeto, tironeado, zarandeado, llevado de aquí para allá por diversas máquinas que lo posicionan de las formas más diversas, puede llegar a situarse en la impotencia para definirse, a situaciones de angustia e improductividad o a respuestas automáticas en el cumplimiento de sus roles.
Cuando digo riesgo, me sitúo en la perspectiva del derecho de las personas, pero desde el punto de vista del sistema, ambos pueden considerarse funcionales. Para que esa funcinalidad se sostenga se ponen en acción mecanismos para que el sujeto no llegue a ese borde, transpasado el cual podrIa llegar a estallar. De diferentes formas, según los niveles sociales, tiene que producirse una constricción a la "organización" de todos los estímulos en función de una máquina predominante que produzca la resignificación de todo y todo lo subsuma a su propio régimen.
Un caso paradigmático es el de los niveles gerenciales u otras actividades comprometidas con la competencia, como es el caso de vendedores en ciertos niveles de la comercialización. Un gerente o un alto ejecutivo trabaja tiempo completo y esto quiere decir que debe estar disponible para la empresa las 24 horas del día.
Por otro lado, la empresa puede llegar a asignarle explícitamente ciertos espacios en los que él y su familia deberán transitar y en los que la empresa tendrá una presencia virtual. Así, le asignará un club, comercios donde comprar, restaurantes donde concurrir, colegios para sus hijos, etc.
Y en cuanto a su "tonificación" y "capacitación", lo obligará a participar en jornadas intensivas, verdaderos "retiros espirituales" de un nuevo orden que consistirán en varios días de reuniones (pueden llegar a una semana o más) realizadas en ámbitos cerrados y aislados con combinación de ceremonias festivo-místicas, con rituales, cánticos, hurras, sensibilizaciones y por otro lado largas sesiones de formación o entrenamiento, en los que deberá aprender y practicar una multitud de fórmulas para ser más efectivo.
Podría pensarse aquí la presencia de un doble juego de procesos, por un lado la producción de una "esquizia" por la coagulación imaginaria en función de la preeminencia absoluta de las ligazones simbólicas que provee la empresa, con la consecuente escisión respecto del funcionamiento de espacios libres que quedan escotomizados y por otro lado, la integración a una estructura piramidal rígida que puede producir una especie de "edipización" artificiosa en función del dominio de un referente-ley absoluto.
Compleja relación de escisión, cerco y sujeción a nuevas estructuras despóticas que combinan producción con contención-control. Un chiste dicho por un ejecutivo, que como todo chiste dice algo de la verdad, ante la pregunta sobre su condición de ejecutivo respondió: "no, yo soy un ejecutado". De pronto ahí, la presencia de una conciencia trágica aunque fugaz, que dice de una penetración mortal en esa* vida que sólo puede decirla, sin detenerla.
Salvando ciertas diferencias, quizás algunos de estos rasgos y "mecánica" se acerquen a la figura del militante tradicional religioso, militar o político, con esa particular combinación de esquizia y cierre-triangulación en referencia a su alienación a instituciones despóticas.
Frente a esas "figuras" pueden situarse posiciones de sujeto más autónomas en las cuales podremos hallar ideales, posiciones éticas, pero en una articulación diferente con sus referencias institucionales, con la existencia de márgenes de libertad de hacer o no, de recorrer "senderos" diferentes, de imaginar y emprender líneas de fuga, de crear y de gozar con ello.
Pero de hecho, esas posiciones no funcionales son difíciles de sostener en tanto los movimientos constrictivos del sistema social hacia la producción de posiciones que tornen equivalentes a éstas que se constituyen en diferentes, son muy fuertes. Por otro lado, la amenaza a aquellos que no aceptan el ingreso a ciertas condiciones alienantes como las señaladas, en esta época tienen un signo ominoso, que es el de la expulsión fuera de los regímenes de "ciudadanización", hacia espacios exteriores o interiores neutros en los que los sujetos se muevan entre la inanidad absoluta de una condición lo más cercana a la mera supervivencia biológica, hasta condiciones de grupalización muy primitivos.
Es en los intersticios, en los sectores intermedios entre esas cúspides de satisfacción postmoderna y esos abismos de carencia, es en las mínimas y pequeñas acciones cotidianas en las instituciones, es en la organización de movimientos sociales por reivindicaciones propias o por un mundo diferente, es en la posibilidad futura de una organización estratégica de todas esas acciones donde se irán definiendo seguramente los futuros senderos que recorrerán los sujetos y las sociedades. Si esto es así, quizás el futuro no sea la destrucción, sino la construcción de un mundo sin excluidos de los bienes materiales y espirituales a los que todos tenemos derecho a gozar.
Existen signos esperanzadores. El deseo de libertad, de autonomía y de trabajo creativo nunca pudieron ser totalmente sometidos en la larga historia de construcción de la humanidad y no hay porqué suponer que de aquí en más debe ser diferente.
Rosario, mayo de 1994.
Referencias principales:
Deleuze G. Y Guattari F.: El antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia I. Barcelona. Barral. 1974.
Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia II. Valencia. Pre-textos. 1988.
Ascolani A.: Democracia, ciudadanía, exclusión. Instituciones, leyes y formas de la transgresión. El colegio de…En: Ascolani A.: Derivas…de la psicología al análisis institucional. Rosario. Ediciones de la Sexta. 1997. Segunda edición.
[1] (*) Publicación del Departamento de Análisis Institucional. Facultad de Ciencia Política y RR.II. UNR. 1994
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